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Todos conocen a Déborah Rodríguez

02/02/2017

Tiene un mellizo que juega en Peñarol. Pero incluso en un país tan futbolero, es a ella a quien todos conocen. Deborah Rodríguez, la gran promesa del atletismo nacional.

*Foto: deborarodriguez.net.*

A sus 23 años acumula más éxitos deportivos que ninguna otra mujer uruguaya y es la única en regresar de un Mundial con una medalla. Las tiene de oro, de plata y de bronce, todas ellas de diferentes sudamericanos, iberoamericanos y panamericanos. A pesar de su corta edad, ha mejorado sus marcas en los dos Juegos Olímpicos en los que ha participado hasta la fecha.

Sin embargo, al abrir Google y buscar su nombre, no es eso lo que aparece. Entre los cerca de 29.200.000 resultados que existen, 9 de los 10 mejor posicionados son acerca de lo mismo: Deborah disculpándose.

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—Como diríamos en Colombia, es verraca. Súper—súper dura, súper fuerte. Es un gusto verla correr, ya se lo he dicho muchas veces como amiga, ella lo sabe.

Cuando Brigitte y Deborah se conocieron una tenía 26 años y la otra 15. Una corría por Colombia y la otra por Uruguay. Han coincidido en muchas competiciones pero Brigitte sigue emocionándose cada vez que recuerda a la uruguaya en acción.

—El año pasado estábamos en Perú compitiendo en un sudamericano y el clima estaba horrible. Yo tenía mucho frío, pero frío terrible, y hubo muchos problemas para competir. Se cayó el sistema electrónico y nos dijeron que iba a ser con tiempo manual, o sea que solo importaba la que ganaba, que se clasificaba para el mundial.

A través del móvil se escucha cómo le empieza a dar la risa.

—Yo me estaba congelando y corrí fatal. Y después viene Deborah y hace esa majestuosa carrera, con ese clima, con todas las cosas en contra y corrió sensacional. Yo le dije “¡Ay, Deborah, que carrerón, espectacular!” y me puse a llorar. Yo lloraba y lloraba y al instante caigo en cuenta de que ella acababa de ganar. Y ella con cara de, o me río, o me pongo a llorar, y todas las amigas que estaban alrededor acabaron llorando y terminamos riéndonos después. Son cosas que salen fuera de la pista y ese fue un momento muy, muy bonito y muy especial.

Brigitte Merlano no fue la única en impresionarse con esta actuación. El 14 de junio del 2015 varios uruguayos publicaron tweets como “Gracias a su marca en el Sudamericano de Lima, Deborah Rodríguez se clasificó a Río 2016 en 800 metros. ¡¡FELICITACIONES!!”, o “Deborah Rodríguez medalla de ORO en el Sudamericano de Lima en 800m con 2.01.46, nuevo récord nacional. ¡ESTÁS IMPARABLE!”.

Pero el 17 de agosto de 2016, cuando Deborah participó en la prueba de los 800 metros en los Juegos de Río e hizo su mejor marca de la temporada, los tweets fueron bien distintos: “Me voy contenta, dice Deborah Rodríguez. ¿Contenta por qué, porque hiciste playa en Río?”, o “Deborah Rodríguez por suerte no ganó nada porque si así no tiene un mínimo de humildad ganando algo se cree la reina de los juegos”.

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No siempre fue la apasionada por el atletismo que es ahora. Comenzó a practicarlo a los cuatro años por influencia de Silvia, su madre, pero probó también la gimnasia artística, el hándbol, el judo, la natación y el ballet.
Decidió continuar por el camino del atletismo a pesar de que al principio no se le daba nada bien. Perdía siempre. Pero eso nunca la frenó.

“A los 13 años mi entrenador me vio. Mi entrenador actual, Andrés Barrios. Siempre fue de decirme que yo era un muy buen talento, tenía piernas largas, era flaca… era un muy buen estereotipo para hacer atletismo”, cuenta Deborah en una entrevista para Herbalife, uno de sus patrocinadores. Así que cuando apenas tenía 14 años, tomó la difícil decisión de dejar a su familia y sus amigos en Montevideo y mudarse a Maldonado para mejorar su carrera deportiva.

Mejoró, empezó a destacar, y pronto se hizo con los récords absolutos nacionales en 400 metros. En 2012 cumplió uno de sus grandes sueños: participar en los Juegos Olímpicos de Londres. Tenía 19 años, era la más joven de su serie y quedó en séptimo lugar. Aun así, batió el récord nacional en los 400 metros vallas.

*Foto: deborarodriguez.net.*

22 de setiembre. “En base a tu consulta, con gusto podemos ponerte en contacto con su ex entrenador que trabaja en nuestro Gimnasio (quien la entrenó para los JJOO de Londres 2012) para que él te pueda dar los datos al respecto”.

27 de setiembre. “Estuve hablando con su ex entrenador y me comentó que prefiere no intervenir por un tema de ética ya que hoy en día no es más su entrenador. Le comenté que es para un trabajo pero me insistió en que prefiere no participar”.

Gracias a su actuación en el Sudamericano de Lima, consiguió hacerse un hueco en los Juegos Olímpicos de Río 2016, esta vez en la prueba de los 800 metros. No era su especialidad pero aceptó el reto con ganas. Tenía 23 años, era la segunda corredora más joven de su serie y quedó en sexto lugar. Incluso así, logró la mejor marca del año. Pero eso no le sirvió para clasificarse a semifinales, que era lo que Uruguay esperaba, y ella también.

Al finalizar la carrera, todavía empapada en sudor, hizo unas declaraciones que nunca pensó que tendrían la repercusión que tuvieron. “Nosotros sí, deseamos, soñamos y añoramos tener una medalla. Pero también somos realistas. Estoy compitiendo contra chicas que lo tienen todo. Yo ahora llego a Uruguay y tengo que trabajar, tengo que estudiar… ojalá pudiera tener más facilidades. Fuimos pocos los sudamericanos que participamos en estos Juegos Olímpicos, por algo es”.

A César Maglione, el presidente del Comité Olímpico de Uruguay, no le gustaron estas palabras. “Creo que se equivocó y no es justo”, dijo a los medios. “Tanto la Secretaría Nacional de Deportes como la Fundación Deporte Uruguay y el COU le han dado todo lo que han podido. Es la atleta que tiene mayores sponsors en Uruguay y está becada desde hace ocho años ininterrumpidos”.

La mayoría de los uruguayos coinciden con él. Por eso cuando buscas su nombre en Google, todos los resultados son acerca de lo mismo: Deborah disculpándose. “Estoy triste y enojada. No me expresé bien. La culpa es mía por no haber pensado antes de hablar. Lo dije en caliente y debí medir mis palabras”.

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Veo llegar a Richard Sosa a través de la cristalera del bar Facal. Me saluda sonriente, se sienta en la mesa y le pide un cortado al camarero, con el que parece tener confianza.

—Yo soy el que le hace el diseño del sitio de Deborah pero la conozco desde mucho tiempo antes. Nos conocimos casualmente a través de contactos y eventos. Yo dirijo NetUruguay.com que es un portal de noticias empresariales y debido a eso asisto a muchos eventos y en uno de ellos la conocí.

—¿Has estado con ella desde que volvió de Río?

—No. Intenté ponerme en contacto una vez y noté que estaba todo apagado así que no volví a insistir. Supongo que es difícil de asimilar porque salís del país con comentarios muy positivos y regresas con todo lo contrario. Prefiero que haga el tiempo de “luto” correspondiente y después hablaremos tranquilos.

—¿Los medios la reflejan adecuadamente?

—No. Simplemente se la destaca cuando gana algo pero cuando pierde no se la ayuda tampoco a superar. Si durante todo un año celebraste porque Deborah obtuvo medallas a nivel internacional, entonces deberías recordar eso cuando pierde. Qué tiene mayor peso, ¿el último fracaso o todo lo anterior?

El Facal es también el lugar de reunión de Richard y Deborah. “Allí, en la mesita del fondo, hemos montado algunas ‘oficinas’ para diseñar el sitio web”. Actualmente ese sitio se llama deborahrodriguez.net y no ha sido nada fácil conseguirlo.

“En cierto momento se corta el sitio web y no sabíamos qué pasaba. Acá tenemos un organismo monopólico de telecomunicaciones que es Antel, donde supuestamente teníamos el dominio deborahrodriguez.com.uy, pero hace un año y medio, no sabemos cómo fue, ella pierde ese dominio. Yo tuve que salir a buscar el .net porque ya existía .com de una Deborah Rodríguez colombiana. Y luego de llamar insistentemente a Antel no dieron nunca una explicación lógica. Hubo contradicciones entre los que hablaron, siempre echando la culpa de que alguien metió la pata de otro lado cuando son ellos los que llevan el dominio, nadie más. Entonces, cuando lees las redes sociales que dicen ‘sí, porque tiene todo el apoyo estatal’, te quedas pensando, ¿el apoyo?, si ni siquiera le dan un dominio, que debe ser lo más barato que hay”.

*Foto: deborarodriguez.net.*

—¿Qué es lo mejor y lo peor de Deborah?

—Lo bueno que tiene Deborah es su entereza, tiene una fortaleza anímica como para superar cualquier cosa. Porque los comentarios van y vienen. Y lo malo…

Mira hacia la calle, pensativo, en silencio.

—Conozco a Deborah desde hace tiempo y no sabría decirte qué es específicamente lo malo de ella. Y no estoy abriendo el paraguas ni nada, pero en realidad para hablar tengo que conocerla muy bien.

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—Lo peor puede ser que tiene un carácter muy fuerte y a veces puede ser peligrosa. Se ríe.

—Si se enoja puede arder Troya.

Gabriel Sepúlveda es un atleta chileno de 21 años. Conoció a Deborah este verano, cuando fue de pretemporada a entrenar a Uruguay. “Yo fui solo y ella me sacó a conocer el lugar, me acogió súper bien y por eso terminamos siendo tan amigos. Me sorprendió mucho su recibimiento porque no me conocía y el primer día ya me invitó a salir, a comer en la noche… y así todos los días”. A pesar de que se tratan desde hace poco y viven lejos el uno del otro, han creado un vínculo muy cercano. “La semana pasada mis papás fueron a Uruguay y estuvieron con ella. Deborah les dijo ‘extraño a mi Gabi, mándenle saludos’, porque ella me dice Gabi”.

—¿Contigo se ha enojado?

—Sí.

Se vuelve a reír.

—Un día que estaba muy cansado y me salía todo mal me decía “ché, Gabi, dejá de joder, lo estás haciendo a propósito, mejor que te vayas al hotel, no sé qué estás haciendo acá”— dice tratando de poner el acento uruguayo lo mejor que puede.

—¿Le duran mucho los enojos?

—No, es regalona. Le gusta que le hagan cariños y cosas así, como una niña. Cuando se enfada con su entrenador le dura más porque claro, él no hace eso.

Gabriel no es el único que está lejos de Deborah. “Lo que yo he notado es que no está muy acompañada en Maldonado. Ella es muy cariñosa y me di cuenta de que echa en falta a sus mejores amigas, una está en Buenos Aires y la otra en Montevideo”.

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Mariana Sans vive en Montevideo, pero a veces se va todo el verano a Punta del Este a competir y se hospeda en casa de Deborah. “Intentamos vernos a menudo, cuando yo entreno ahí o ella acá, generalmente nos hablamos, los fines de semana salimos a hacer algo, al cine, a comer, a tomar el té… por ejemplo el fin de semana que viene nos vamos a Buenos Aires”.

Entrenaban con el mismo entrenador cuando estaban en el liceo y desde entonces no han parado de hacer cosas juntas. A Mariana le brilla la mirada de un modo especial cuando recuerda lo vivido con su mejor amiga. “Me acuerdo un verano en Punta del Este que dijimos, ‘ta, después de entrenar vamos a la playa porque está relindo’. Pero terminamos de entrenar y se puso súper feo, el día estaba recambiado y no se podía meter al agua, porque ponía que había tormenta eléctrica. Pues dijimos ¡ta, vamos igual! Nos pusimos el traje de baño y salimos del auto así sin pensarlo, lloviendo, con el frío, y nos metimos al agua, tipo locura. Todo el tiempo hacemos locuras así. Ella es muy así”.

Es una chica sonriente, más aún cuando habla de su amiga, pero al sacar el tema de las críticas que ha recibido Deborah por sus declaraciones en Río se pone seria por primera vez.

*Foto: deborarodriguez.net.*

—Acá en Uruguay pasa mucho que a la gente le gusta hablar sin saber.

—¿Y qué deberían saber?

—Antes de opinar, lo primero es saber más de ella. Saber que viene de un barrio humilde. Pero muy humilde. Parientes suyos, sus primos, sus amigas, tienen, no sé, 23 años y no han terminado el colegio, están con hijos, hay muchísimas madres solteras… es como que viene de una realidad bastante crítica. Y la loca tiene 23 años y dos Juegos Olímpicos arriba, ha viajado por todo el mundo, tiene títulos en distintos lados. Los resultados a veces no se dan como se tienen que dar, pero también se clasificó en una prueba que no era la de ella, y la corrió igual, la agarró igual, entrenó duro igual. Entonces, antes de decir todo lo que dijeron es como, para, tiene 23 años y dos Juegos Olímpicos, o sea, ¿vos qué tenés?

Gesticula enérgicamente, encendida, intentando encontrar las palabras que está buscando.

—Porque absolutamente todo lo que tiene se lo ganó ella. Cuando yo iba a entrenar con el uniforme del colegio y me cambiaba ahí ella me decía “boluda, mi sueño era haber ido a un colegio privado”, ¿entendés? Para mí era natural porque toda la vida tuve la posibilidad de ir, pero para ella no. Y no será la número uno en el mundo porque solamente hay una persona en ese lugar pero ha tenido resultados. Hay cosas que la gente muchas veces olvida.

Se queda en silencio por un momento pero enseguida vuelve a la carga.

—Y también hay que pensar en todo el sacrificio que hizo ella, todo lo que logró, porque en Uruguay nadie te dice: “ché, ¿querés que sea tu sponsor?, soy Nike”, no. Tiene que irse a golpear puertas y, así como muchos le han dado resultado, muchos no le han dado.

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Bruno Chiappino me espera en el McCafé del Montevideo Shopping. Al cruzar las tiendas hay una que me llama la atención. La de Nike. En la entrada de la tienda hay un póster en blanco y negro de Deborah Rodríguez a tamaño real. Aparece corriendo, concentrada, seria, vestida con productos de la marca.

Llego al McCafé y reconozco a Bruno, sentado en una mesa junto a la cristalera sin tomar nada. Se levanta a saludarme y le noto nervioso. Antes de que le pregunte nada empieza a hablar.

—Yo… bueno, nosotros éramos novios, no sé si estabas al tanto. Ya no somos más. Seguimos teniendo buena relación, sin duda. No tenemos ese vínculo que teníamos pero está todo bien, entonces preguntame algo… no sé, lo que quieras saber.

—¿Cómo se conocieron?

—La conocí en el 2014, en agosto, en un evento. Yo no sabía quién era ella en realidad, yo de deporte cero. Y creo que eso a ella también le llamó la atención, me decía “ah, no sabes quién soy”. Porque claro, había mucha gente que se acercaba por interés. Y bueno, la conocí en ese evento, después le escribí y bueno, probamos a salir y ahí empezó.

—¿Y por qué se acabó?

—Sí, no, nada, qué sé yo… En realidad muchas cosas, muchos viajes. Son muchas cosas que se van desgastando con el tiempo. El estilo de vida a veces que no es el mismo… Pero bueno ella es la mejor, es cosa súper entendible por parte de ella. Después ya te digo, nos seguimos hablando bien, en buenos términos.

Se frota las manos, inquieto. Parece que no suele hablar mucho de su exnovia.

—¿Cómo la describirías?

—Como mujer a mí me parece increíble la garra que tiene. Es chica, porque tiene 23 años y la verdad es que tiene como un hambre que es muy grande. Tiene muy inculcado el tema de los valores del deporte, de nunca echarse para atrás, seguir adelante, cosa que es importante. Y la verdad es muy profesional. Yo creo que en todo el tiempo que estuve con ella no faltó a un entrenamiento. Estando enferma, con frío, con lluvia, con viento, con calor… no importa.

Lo dice con orgullo, con admiración. Me mira y sonríe, cada vez más despreocupado.

—¿Dónde la imaginas en el futuro?

—Yo creo que el gran sueño de ella es estar en los Juegos Olímpicos de nuevo y apuntar a lo más alto. Una final olímpica, una medalla… los objetivos de ella están siempre allá arriba y por eso también pelea por conseguirlos.

—¿Pensás que los conseguirá?

—Sí, sin duda. De eso estoy seguro.

***

Un mes después de los Juegos de Río, Deborah Rodríguez publicó en una de sus redes sociales una foto suya, sonriente. La foto iba acompañada del siguiente texto: “NO CAMBIES tu naturaleza si alguien TE HACE ALGÚN DAÑO no pierdas tu esencia; sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad, otros la crean. Preocúpate más por tu conciencia que por tu reputación. Porque tu conciencia es lo que eres, y tu reputación es lo que piensan los demás de ti. Y lo que piensan los demás, no es tu problema… Es problema de ellos”.