Su muerte va a caer un 9 de febrero, para siempre dos días antes de mi cumpleaños. Alejandro tendrá 31 la madrugada de esa fecha cuya luz jamás verá y en la que de cuatro hermanos pasaremos a ser tres. Yo, el mayor de los varones, voy a estar al filo de los 38. Esa misma mañana mamá (64), sentada a mi lado, de lentes negros, dice:
—¿Por qué a él que le gustaba tanto la vida? ¿Por qué, Ale, cuando hay otros que se pasan quejando de todo?
Así comienza la novela El hermano mayor, de Daniel Mella, publicada en 2016. Su hermano murió en el verano de 2014. A partir de ahí surge la historia, y también la ficción, porque para este escritor a veces la verdad “está en lo que no pasó”.
¿Cómo tomó la decisión de escribir El hermano mayor?
En los días después de la muerte de mi hermano me di cuenta que se empezaban a mover cosas adentro mío. Estaba súper atento a todas las situaciones que sucedían, las cosas que se decían, lo que sentía, y me daba cuenta que se iba armando una energía, una cosa fuerte. Además, tenía la sensación de que en algún punto iba a tener que procesarlo y la escritura fue mi manera de hacerlo. Fue una forma de manifestar mis sentimientos.
No quería llorar dos lágrimas iguales. Quería que cada lágrima valiera de algo. Iba a escribir sobre eso.
¿Por qué decidió modificar algunos aspectos de la realidad en la novela?
Porque en un momento me di cuenta que estaban ocurriendo cosas en lo que escribía que no habían sido tal cual. De hecho, el libro empieza con una escena que no sucedió. Cuando en la primera página la madre dice “¿por qué se murió Alejandro?”, mi personaje responde “tendría que haber sido yo”, sin embargo, yo no se lo dije a mi madre en la vida real. De entrada, mi madre era mi madre, pero en realidad no era mi madre. También por eso opté por cambiar los nombres; no estaba siendo verídico.
¿Qué debería creer el lector y qué no?
Lo mejor que puede pasar es que el lector crea en todo lo que ocurrió porque quiere decir que lograste la sensación de realidad. Eso es lo que a mí me importa, no me interesa mostrar la realidad tal cual fue. Busco llegar a la verdad del asunto. Volviendo al caso de la primera escena, mi madre dijo eso en la vida real: “¿Por qué se habrá muerto Seba con lo feliz que era mientras hay otros que se pasan quejando de todo?” estando yo al lado, que soy el oscuro de la familia. Yo no le respondí lo que aparece en el libro, pero la verdad de mi corazón era la que aparece ahí. A veces la verdad no está en lo que pasó, está en lo que no pasó.
Tenés razón le respondo. Tendría que haber sido yo. Mamá resopla, no quiso decir eso. Pero yo le digo que habría sido lo más justo. ¿O no? ¿Quién es el pesimista acá?, le pregunto.
¿Entiende esa respuesta como una forma de competir con su hermano?
Sí. Cuando me puse a escribir, que de hecho fue cuando me acordé de ese momento, me pregunté “¿qué hubiese pasado si le respondía esto a mi madre?” y me pareció que era terrible escena desde el punto de vista estético y moral. Después me di cuenta que era verdad, que realmente me había sentido así. Venía sintiendo enojo y no lo admitía. Pensaba que yo tendría que haber sido el que se muriera primero porque al ser el más grande debía llegar primero a todos lados. Es un pensamiento oscuro, pero esos pensamientos y sentimientos existen dentro de uno y, aunque cueste, hay que admitirlos.
Sin embargo, como afirma Mella, El hermano mayor es una novela “con más luz que las anteriores; más equilibrada”. Esto es así porque además de pasar por momentos oscuros, narra su historia de amor con “la Negra”, su exmujer y madre de sus hijas.
¿Por qué incluyó su historia de amor en el texto?
Lo cierto es que en la vida real estaba pasando por una situación muy parecida, sino idéntica, con la madre de mis hijas. Estaba atormentado, me había vuelto a enamorar de ella y ella estaba con otro. En medio de todo eso se murió mi hermano. En el impacto del momento la importancia de una muerte sobrepasa todo, entonces mi historia pasó a ser secundaria, pero seguía siendo importante. Para cuando empecé a escribir entendí que, si iba a hacer un relato sobre esos días, tenía que agregar lo que me estaba pasando con ella y con mis nenas. A partir de ahí empecé a ver la relación que se tejía entre la una y la otra. El libro terminó siendo una historia de dos duelos.
¿Ese foco en el amor es por una necesidad de remarcar su propia vida a pesar de la muerte de su hermano?
Por un lado, yo no podía escribir la novela sin ser el hermano de mi hermano y tomar ese lugar implicaba competir por el protagonismo en el que, supuestamente, iba a ser un libro sobre Sebastián y su muerte. Pero, por otro lado, la muerte de mi hermano también era mía. Tardé en asumirlo, pero ese momento fue la muerte de una parte de mí.
Su muerte era suya y de nadie más y yo quería que la dejaran quieta. Luego, sin embargo, una noche de tormenta, [...] lo imaginé.
Ahora era tan obvio— que Ale había sentido miedo y que en un momento sus ojos, al igual que los míos, tenían que haber mirado con pena todo lo que lo rodeaba.
Que su hermano haya muerto por un rayo ¿le genera actualmente un miedo particular por las tormentas?
No. En parte porque me convenzo de que es muy difícil que dos hermanos mueran por un rayo. La primera vez que hubo una tormenta después de que se murió sí sentí miedo, que creo que podría haber sido el que sintió Seba. Ahora lo que me pasa cuando hay una tormenta es que me siento súper cerca de mi hermano, más que en la mayoría de las ocasiones. Siento que me rodea. Tiene algo hermoso.
En sus novelas iniciales la muerte es una constante y es retomada en El hermano mayor. ¿Cuáles son los diferentes abordajes de la muerte en ellas?
Van por lados distintos. En los últimos libros la muerte ya no me parece algo terrible o injusto. En Pogo, Derretimiento y Noviembre la muerte es solamente triste, solamente violenta o solamente oscura. Me parece que en El hermano mayor hay un poco más de luz. Mucha gente me dijo que se sintió bien leyéndolo.
En El hermano mayor menciona el proceso de creación de sus tres primeros libros: Pogo, Derretimiento y Noviembre, ¿por qué?
Por un lado, porque durante la narración aparece la relación que mantenía con mi hermano. Él era músico y yo le daba muchos consejos, le mostraba mi visión sobre las cosas. A partir de eso, entró perfecto la historia de mis comienzos como escritor. Por otro lado, porque lo ocurrido con mi hermano me trajo muy a la conciencia la obsesión que tuve siempre por la muerte. Mientras escribía El hermano mayor tenía la esperanza de que me liberara de eso: tenía esperanza de una catarsis completa. Entonces, ahí tenía que hacer una revisión de todo lo que había sido hasta ese entonces y una de las cosas eran mis libros.
¿Cómo podés hacerle eso a tu madre? Me pintás prácticamente como una enferma. Y después prácticamente la matás, y después… Es horrible. Te juro que no lo puedo entender.
¿Lo afectan las reacciones de su madre?
Estoy preparado para eso. A mi madre nunca le gusta lo que escribo, ella preferiría que escribiera cosas tipo “el mundo de Barbie”. También quisiera que hablara bien de ella. Lo que es raro en este caso es que a muchos lectores de El hermano mayor les encanta el personaje de mi vieja, les parece un personaje sensible, natural, humano y querible. Entonces no sé muy bien qué es lo que quiere, pero tampoco me puede importar.
Esto tiene que ver con el consejo que le da a su hermano en el libro.
Exacto. Creo que a las últimas personas a las que debería gustarle lo que hacés es a tus padres. Es un riesgo andar guiándote por lo que piensan. En parte, creo que a veces tenés que ir en contra de eso porque, aunque tengas y estés de acuerdo con un montón de cosas de tus padres, es justo en esas que no estás de acuerdo, en donde se juega tu esencia.
Daniel Mella publicó su primer libro, Pogo, cuando tenía 21 años. En ese momento fue considerado una revelación y una joven promesa literaria. Poco tiempo después vinieron sus novelas Derretimiento y Noviembre, entre sus 22 y 24 años. Sin embargo, pasaron 13 años hasta que apareciera una nueva publicación: Lava, en el 2013, seguido por El hermano mayor en 2016.
¿Por qué abandonó la escritura después de Noviembre?
Necesitaba reinventarme. Era muy joven y se me juntaron un montón de cosas. Para empezar, me vi todo el futuro planificado y predecible, y me vino un chucho. Además, precisaba estar un tiempo lejos de la escritura porque me había enviciado. Escribir era lo único que sentía que justificaba mi existencia, si escribía un buen libro o una buena página me sentía bien, si no, no. Me estaba sentando a escribir, pero desde un lugar espantoso que me cargaba de ansiedad y entonces dije “hasta acá”. Incluso me fui a Nueva York tres años.
En El hermano mayor dice que necesitaba encontrar «la pureza» para volver a escribir, ¿la recuperó en ese período de tiempo?
Lo que me ganó y me llevó de nuevo a escribir fue mi gusto por las palabras. No quiero pasar el resto de mi vida alejado de algo con lo que tengo una relación tan linda solo por temor. Prefiero sentarme, darme de bomba contra eso y ver qué resulta. La cuestión es no tomárselo demasiado en serio, que fluya.
¿Cómo sigue su carrera de aquí en adelante?
Ahora voy a sacar un libro. Es un cuento sobre mi primer amor y unos poemas sobre mi último amor. También estoy escribiendo una novela que creo que va a salir el año que viene, aunque no me importa en realidad cuándo salga porque es muy disfrutable el proceso de estar escribiéndola. Más allá de eso no tengo idea. Aprendí a no pensar demasiado en lo que va a pasar. Ni siquiera sé si voy a estar vivo mañana, entonces no tiene mucho sentido preocuparme.